9 de mayo de 2009

Quien fuera caballo...

Yo estúpida, porque escribo por ti. Nostalgio la felicidad. Esa felicidad indiferente hacia cualquier mal. Todo sufrimiento o dolor pasado pasea con pies desnudos por tu mente, pero ninguno consigue hacer desaparecer tu sonrisa. Te odio. Odio tu felicidad por todo. Siempre consigues que tu corazón palpite con ánimos por seguir viviendo, pase lo que pase. Consigues que tus pasos suenen alrededor tuya aunque no te des cuenta de ello. Admiro tu indiferencia ante factores externos, pero siento un gran desprecio hacia ti cuando ella también está activa al factor del amor, a mi sentimiento por ti y al tuyo por mi. Te odio. Te odio porque yo no puedo sentir lo mismo. Porque yo no puedo ser feliz sin ti. Siento la necesidad de usar tus brazos como desahogo y como demostración de todo lo que siento por ti. Ojalá tuviese el valor de superar los abrazos y besar tus labios. Sólo le pido una cosa a este mundo. Deseo que cumplas una promesa. Esa boca que rompe mi tranquilidad en mi noche apareciendo en mis sueños no debe susurrar palabras preciosas que mi odio absorbe como sonido inmortal, ni hacer sentir ese cosquilleo en mi mejilla al besarla. Por favor, no consigas hacerme más sufrir. Si me voy no es porque quiera, sino porque sé que no me vas a echar de menos. Y porque prefiero sufrir ahora y romper mis esperanzas, que dejarlas que se marchiten mientras sigues diciéndome que me quieres.

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