26 de diciembre de 2010

Las espectativas de avatar.

Diplomacia, respeto, consideración... son algunas de las características de los que los humanos carecemos, y cada día que pasa por mi fácil vida puedo dar más razones por las que apoyar este pensamiento.
Mientras poso mi vista en la película que Canal + expone en televisión, sentía una gran necesidad de crear una entrada sentimental-crítica de ella, Avatar. El odio y la impotencia recorre mi cuerpo con ardiente escozor al encontrarse en mente el sufrimiento de seres que como nosotros pueden hablar, sentir y razonar. Aunque sea una historia imaginada, o para otras personas copiada de Pocahontas, la idea establecida hoy en día como locos ecologistas es la naturaleza que otros seres mantienen en relación con la esencia del vivir, una fortísima percepción que supera las conexiones existentes en nuestra propia mente humana. Como bien se expone el guión, ellos no se resignarán a una derrota por unos vaqueros, ya que ellos no quieren nada de eso, ellos están contentos con su vida y su perspectiva sobre ella. El respeto que muestran ante la vida es sorprendente, como el agradecimiento por todo lo que se les entrega. Sus costumbres tan profundamente sensibles son de envidiar por cualquier chica adolescente que pusiera sus expectativas ante los varones demasiado alta.
El amor que sienten hacia la existencia en sí es increíble hasta llegar al punto de encontrarse rendidos bajo los pies de su mundo, hasta morir luchando por sus tierras y su pueblo. Como en nuestro planeta, la existencia de animales variopintos mancha cada rincón, pero mientras nos matamos nosotros mismos y acabamos con diferentes especies con las que convivimos, ellos solo apagan la vida de los seres de su propio planeta agradeciendo su muerte para subsistir, para alimentarse y ante ello vivir en armonía. Ellos comunican sensaciones y hechos que nosotros sí entendemos, pero que nunca llegaremos a sentir, como que todos tenemos las mismas raíces y todos somos ramas del mismo árbol.
"Yo era un guerrero que soñaba en traer la paz, pero tarde o temprano siempre hay que despertar".
En este mundo corroído vivimos del miedo y el luchar para tener el poder, lo que se traduce a poseer grandes riquezas. Superando las críticas negativas sobre esta gran película esperada, desde mi punto de vista continúo considerando que a pesar del poco apoyo que ha obtenido este film, he de decir que su moraleja es poderosa, y que en mi caso ha llegado a mi corazón.
Añadiendo una frase de otra pequeña obra de arte, El principito, finalizo este pequeño lapsus de opinión esperando que a alguien también le haga temblar un poco su mundo.
Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos.

14 de diciembre de 2010

Hoy lloré por el rugby.

Hoy comprendí el verdadero sentido de la palabra rugby. La impotencia día tras día por correr más rápido, moverme con más ligereza y placar con mayor efectividad empezaba a desesperarse por ver resultados. La primera lágrima se balanceaba sobre mi párpado inferior queriendo desatar pronto toda la carencia de juego que mostraba cada segundo en el campo. Sentía pánico porque últimamente lamentaba que todos mis fallos no eran más que torpezas que interrumpían en jugadas, y simplemente no quería decepcionar a mis compañeras.


Esos gritos que en realidad necesitaba oír, ese aullido de capitana que me alarmase y me pusiese en mi camino, eso era lo que experimenté tras un largo día de inutilidad, y fue lo que provocó que mi boca llorona anunció mi dolor ante tal imposibilidad y presión. Hay un dicho que cuenta "Quien te quiere te hará llorar", y así fue... pero no necesité encharcar el césped artificial para llegar a entender lo que tenía que hacer, que era demostrar que si quiero, puedo. Y como quería más que nada en este planeta, pude. Pues desde mi punto de vista fue tal que así, corrí a sabiendas de que intentarían atraparme y plaqué teniendo en cuenta que me iba a hacer daño, pero era mi obligación como jugadora.


Después de mi primer ensayo bien ganado, tengo el valor de decir que no hay mayor placer que el momento exacto cuando posas esa maldita pelota ovalada tras la línea de ensayo, y eso que no estábamos ni siquiera en un partido. Desde ese mismo instante capté tras largo tiempo la esencia de este deporte y guardé en mi corazón una muy agradable sensación de gratitud al escuchar el sonido de la felicitación, que fue lo que hizo que siguiese corriendo a pesar de mi falta de aire. Me urgía vivir esto para tanto llegar a obtener esa magia de este deporte como entregarme más de lo que estaba haciendo, y quien diga que es solo un deporte que venga a nuestro tercer tiempo. No es solo un juego de brutos que trata de placar hasta hacernos daño ya que es mayor el dolor que sentimos las jugadoras es por dentro, y es cuando no llegaron a sus objetivos, pero los moratones no se sienten cuando la batalla ha sido ganada. Porque detrás de todo ello se encuentran cada una de las jugadoras que comparten esa pasión con todo su entrego y esa amistad tan placentera que muestran con esa naturalidad jamás divisada por mis ojos.


Así que he de decir que hoy, Silvia Rico, jugadora novata de Mentxu, una ala mediocre de unos seis meses, empiezo a amar este deporte de cinco letras y mucha confraternidad.