28 de marzo de 2009

¡Dichos y entredichos!

Quien inventó el dicho "al mal tiempo buena cara" seguro que era un idiota. Todos sabemos que en los tiempos en los que sentimos ese malestar odioso no nos queda otra que esperar a que suene de nuevo la campana y salga el nuevo asalto en la que te toque a ti dar los golpes bajos. Y sí, eso está bien para los inocentes que creen que el creer en la frase acaba con los problemas, pero para los que tienen una mente compleja y demasiadas cosas que arreglar, esas palabras suenan como necias para unos oídos sordos. Lo que hace que incluso cuando las nubes cubren el tejado de tu casa pienses que es un precioso día es cuando sientes que aunque tropieces con la misma maldita piedra de siempre no sigan andando, sino que esa persona que está a tu lado te diga lo graciosa que eres hasta al caerte y te ofrezca su mano mientras te pregunta si te ha dolido mucho esta vez. A veces mi miedo es la mayor piedra de mi vida, esa que consigue que me caiga pensando que después voy a tener que levantarme sola del frío suelo, más dolida moralmente que físicamente. Qué duro es que la mente te haga pensar que la soledad recorre tu piel hasta entrar en tu alma y provocar ese vacío en tu interior, porque suele ser lo que provoque que suceda exactamente eso. Otro de los síntomas del enea-tipo número ocho, "el jefe", te haces creer inconscientemente que eres la culpable de todo y te sientes obligaba a sufrir hasta conseguir que todo y todos estén bien, te preocupas si algo va mal. Y eso explica que seas el jefe, cosa que mucha gente envidia, pero que los mismos no se dan cuenta del pesar con el que tienen que cargar para ser un buen jefe, y que eso implica no ser nunca feliz hasta el fin. Pero esta última caída por ese odioso miedo no ha durado ni un asalto. La satisfacción del después ha cubierto ese malestar dulcificándolo, ya que ese tropiezo se irá de mi recuerdo, pero esa vivacidad y alegría que me ha transmitido una pequeña osita nunca se va a ir de mi memoria. Tenía que dedicárselo, porque es lo mínimo que se merece. ¡Gracias!

23 de marzo de 2009

Un domingo bastante especial...

Wow! ¿Qué ha pasado? No lo sé, no lo entiendo, pero es como si mi mente quisiese estar limpia de nuevo. Parece que los rayos del sol han vuelto a cegar mis claros ojos. Me he cansado de ir cargando con el peso de la venganza y del rencor. Siempre nos quejamos de esos dos sentimientos, pero es el que más corre por nuestras venas. Y me da igual. El temor a hablar va de la mano del mal entendimiento. Y como a mí no me falta eso de hablar... pues ¿por qué no usar esas palabras mágicas que no hacen daño a nadie? ¡Paz, amor y buen rollito! Ya estaba cansada de tirar piedras al jardín del vecino, y opino que aunque el vecino quiera seguir tirándomelas a mí, yo recojo mis piedras y pido perdón por las molestias, que es lo más maduro que puede hacer alguien. Un buen domingo, sí. Mientras The Kooks suenan en mis oídos, Marvin descansa sobre mi regazo, escucho a mi hermano tras esas semanas añorándole y empiezo a degustar el dulce olor de la comida de hoy, soy feliz por el simple hecho de que no me queda otra que serlo =]
Está saliendo al fin el sol...

Veel zachjte!

Echaba de menos sentir como volábamos por encima de las nubes, el nudo en el estómago y sentir como mi cuerpo se alejaba del suelo. Pero tanto tiempo sin volar no me sentó muy bien, suerte que la dulce brisa de mi acogedor país consiguió acabar con esa presión que sentía en mi cabeza.
Tras cenar tempranamente en un japonés de bastante glamour, pedí como postre een dame blanche y lo disfruté de él como una niña pequeña.
Llegué a casa de mi tía segunda Mia con una tranquilidad inesperada, pero tras pasar por puerta de entrada, una ráfaga de recuerdos pasaron por mi cabeza: tenía tantos dulces momentos tan frescos en esa casa que parecía que había estado allí pocos días antes. Pero cuando mi tía me abrazó y me dio esos tres besos de bienvenida descubrí que les había echado de menos más de lo que había imaginado.
Una noche en la cama de mi prima Nele y el primer sábado que madrugo en lo que llevo de año consiguió demostrarme que eso de levantarse temprano tampoco está nada mal, pero cuando te dan los buenos días como me los dieron a mí. Cuando vi a todas mis preciosas primas anonadadas por el cambio que había dado y contentísimas de volverme a ver, no pude contener mis ganas de volver a quedarme allí más tiempo del que me iba a quedar, ¡si es que siempre me pasa lo mismo! Ese mismo día se celebraba el cumpleaños de Boma (abuela en nederlands), y como tal día tan importante, nos reunimos por primera vez en mi vida toda la familia, ¡si es que ya era hora!
Pero entre tantos mayores y niños, no sabía si eso parecía una residencia, una guardería o una universidad. Tras tantísimo tiempo sin estar en contacto con mis primos, ellos me trataron como si fuese normal mi visita en sus vidas, y eso me encantó. Estoy deseando el momento en el que vuelva allí y que se hagan realidad todos los planes que dijimos de llevar a cabo.
Es que no lo puedo negar, Bélgica me puede. Me puede y mucho. Si es que Raúl tiene razón, quien se vuelve más patriótico es el amante de su país que no se encuentra en él.
Y como nunca dejaré de decir, ik hou van jou.

22 de marzo de 2009

¡Universitaria tu!¡Universitaria yo!

Después de una divertida conversación por teléfono con mi hermano durante una hora, me comentó que este fin de semana iba a venir a casa.¡Al fin! Se le echaba de menos por casa ya que eso de ser hija única no es lo mío, siempre me ha gustado tener a alguien con quien poder discutir sobre estupideces, pelearme por tonterías, ver películas hasta que mis ojos no pueden contener cerrarse por sí solos y quien te critique por amor y preocupación ante todo. Si es que las relaciones amor-odio también se encuentra entre hermanos. Pues ese mismo día (jueves) aplacé mis citas del viernes con un guiri granadino para el sábado y así poder pasar otra noche más de cine, palomitas, chuches y mucho chocolate con ese tal al que le llaman "ingeniero". Pero en cuanto me aparté del ordenador para coger el teléfono, aprovechó ese momento para cerrar los ojos y esta vez sí para dormir. ¡Ni diez minutos al teléfono para hablar con mi vecina Paloma y decirme de quedar y ya se queda dormido! Pues sí que tiene que ser dura la vida universitaria... ¡y tantísimo! Que estaba reventado tras una larga noche de juerga con sus amigos. ¡Yo también quiero sufrir como un estudiante! Bueno, no puedo quejarme de como me encuentro ahora mismo, ya que me alegro de haber compartido todo lo que compartí placenteramente con cada persona de mi vida, que hacen que estos tiempos sean guardados para siempre en mi memoria. Pero ya es hora de dar un paso hacia adelante siempre pensando en las personas importantes para mí en mi pasado, las veces que lo serán en mi futuro, y las personas que conoceré que también serán importantes para mi presente.

21 de marzo de 2009

Colgados como las películas...

Tras una fatídica semana de pensamientos catastróficos y comeduras de cabeza, dejé a un lado mis preocupaciones y la necesidad de buscar solución a mis arrepentimientos y le dejé paso al fin de semana.
Cuando venía con la mochila cargada de libros y daba su tradicional bienvenida a casa mi precioso gatito, recordé como en un flash que ya llegó mi esperado día, el viernes.
¡Ya es que ni me doy cuenta de lo rápido que pasa el tiempo! Me acuerdo del gracioso día que pasé con mis vecis para comprar el material escolar como si fuese ayer, y ya dentro de un abrir y cerrar de ojos me podrán sumar a la lista de universitarias de la familia.
Dentro de poco me veo como el señor del anuncio de Coca-cola, explicando que lo único que no me gustará de la vida es que es demasiado corta. ¡Si es que ya me está faltando tiempo! Y encima como una más del país de nunca jamás... sin querer crecer, pero madurando por culpa de la maldita experiencia.
Pero correremos un estúpido velo (en nombre de mi profesor Raúl) y dejaremos a parte las desgracias de la vida por unos segundos en la vida para escribir una bonita entrada.
No entro dentro de mí misma cuando resumo en mi cabeza todos los cambios y momentos que han hecho que me encuentre donde estoy ahora, cuando pienso en la sabiduría que se obtiene al sobrepasar malos momentos con paso firme y cuando ves lo hijo de puta que puede ser la gente del mundo (perdonen mi vocabulario soez). Pero aún así, sigues esbozando esa inocente sonrisa cada vez que me miras a los ojos que consigue que yo, la crítica mundial, adore este mundo.

9 de marzo de 2009

Cuando lo encuentras

Siempre se piensa que los demás no sienten lo mismo que nosotros, y por ello nos sentimos especiales pensando que nadie nos puede llegar a entender con claridad y a la vez sobrecogido al hecho de no llegar a ser comprendido.
Pues nos equivocamos: todos hemos llorado por caprichos, no hemos aceptado nuestro propio físico, nos hemos sentido estúpidos por meteduras de pata y nos han defraudado cuando alguien no llegó a la altura de lo que nos esperábamos. Aunque en este aspecto también entra en juego la personalidad de cada uno, de como se enfrenta al baño de lágrimas que es la vida, de cual es el concepto que tenemos de justicia y de moralidad y del nivel de respeto que le tenemos a las diferentes ideas que encontramos en el mundo.
Pero eso sí, queremos ser aceptados como uno más aunque la única manera es siendo únicos; un poco paradójico, ¿no?
Queramos o no, nos dejamos influenciar. Que si no nos apasiona algo y a la otra persona sí, lo disimulamos con un "qué mono..." dudoso, o con un "está guay" cubriéndolo con una sonrisa amarga. Puede que mi concepto sobre la sinceridad sea agria para el dulce y sensible caparazón del corazón de algunas personas, pero creo que hay suficientes vallas que hay que saltar dificultosamente en la vida para preocuparse más por la entonación del uso de palabras.
Pero en verdad es comprensible, si la gente no es leal a su palabra y siempre falsea, nunca sabes cuando alguien al hablar firmemente lo hace por su idea, por quedar bien o solo por querer hacer daño. Entonces eso crea el deber de hablar con una capa de dulzura sobre la conversación, y así no temer un mal entendido. Es decir, el miedo a que sea pensado que se es falsa, provoca que se sea falsa.
Así es, la mente de la persona cada vez es más compleja.
Creo que la verdadera amistad se crea cuando con esa persona se llega a un clímax de realidad, me explico: cuando puedes hablarle con un tono de realidad, seriedad y aspereza sin que esa persona se sienta incómoda, ya que no es necesario las palabras para decir que la quieres, sino demostrárselo con tu lealtad. Espero que mis sentidos no me engañen esta vez, porque creo que he encontrado a esa persona.