3 de abril de 2010

Efecto inverso.

Tengo la fea costumbre de enamorarme demasiado rápido y entregarme pasionalmente a las relaciones. A ti me entregué, pero él es diferente... lo que hay entre él y yo es parte de una historia sideral y sobre todo sexual. El tiempo y la experiencia produjo un efecto confuso en mí, creyendo que mis gustos permanecerían por el mismo camino. Pero no fue así, sino que su amor desembocó en un cambio astral en mi placer.
En mi disfrute siempre se encontraba el manto de la oscuridad, que solo la luz de la luna rozase nuestros cuerpos desnudos mientras tu me guardabas en alma y piel en la seguridad de tus brazos y tus labios consiguiendo que muriese de amor por un nuevo sentir que nunca esperaba que emanase de mi pecho consiguiendo la iluminación de mis ojos posados en tu tenue cuerpo. Pero con los años y la experiencia mis movimientos cambiaron produciendo una modificación radical en el sentir mutuo y par en el que el morbo absorbió toda la tormenta dejando solo la pasión a salvo. Avisé de mi tendencia lucrativa ya que la luminosidad conseguía ver claramente lo que mis manos observaban desde hace tiempo, y así conseguir una perfecta visión por los cinco sentidos: su olor, su tacto, su respiración, su sabor y ahora hasta su presencia me pertenecía hasta el punto de disfrutar de él y profundizar sobre un nuevo sentido, el de la percepción del interior y la llegada al alma. No quiero perderme detalle, solo deseo ver sus ojos, sus manos, su pecho, su espalda, sus piernas, su rostro, su pelo, sus labios, toda su piel... quiero verlo y sentirlo todo sin querer esconder nada.