25 de septiembre de 2011

Hasta que pase la tormenta.

Deja que me quede un rato más aquí, solo hasta que pase la tormenta. Déjame que puede que no vuelva a sonreír, quédate conmigo y me orientas. Antes de que suene a despedida, la tristeza sostenida que no deja de latir. Y antes de que te des por vencido, piensa que es la única vida que podemos compartir... Deja que me quede un rato más aquí, quiero que me apuntes en tu agenda. Deja que me quede y nunca más me vuelva a ir, no me dejes ser solo a medias. Antes de que suene a despedida, la tristeza sostenida que no deja de latir. Y antes de que te des por vencido, piensa que es la única vida que podemos compartir, que podemos compartir...
Deja que me quede un rato más aquí, deja que remiende tus heridas. Esas que yo misma hace unos días descosí... déjame ser tu paracaídas. Antes de que suene a despedida la tristeza sostenida que no deja de latir. Y antes de que te des por vencido piensa que es única vida que podemos compartir, que podemos compartir... que podemos compartir.

15 de septiembre de 2011

Imposible.

Es sorprendente cómo nos desvanecemos con el olvido de los recuerdos que forman parte de nosotros de un enlace que inconscientemente está alerta siempre, los sentimientos. Una caricia con la dulzura de un chocolate belga corre por una espalda con vida que contar y orejas con ansias de escucharlas. La suave mirada barnizada con el amor de la esperanza conocida como "para siempre". Murmullos provocados por los latidos de un corazón que sucio y abandonado fue arrancado por un torrente de compañía que se encargó de mimarlo y educarlo lo mejor que conocía, aunque no fuese la forma más correcta.
Con la pureza del blanco glaciar fueron derritiéndose a causa de inyecciones de la calidez de abrazos. La inmersión en el bosque cabelludo por parte de esos pequeños soldados rechonchos curiosos por indagar en todo su planeta. Los años dejaron de tener abriles y los ríos de sangre comenzaron a secarse más y más... y los surcos que dejaron grietas quebradizas comenzaron a pudrirse de manchas con olor a sufrimiento. Y todo recuerdo se cristaliza como tal, como un recuerdo más. Como recuerdo en la vitrina del que reflexionar para construir un futuro mejor y aprender de la experiencia. No importa el valor porque todo lo pudre y nada descansa en paz cuando el veneno de la agonía entra en contacto con la integridad del ser. No quise, no debí, me lo temía, pero lo hice. Imposible que sepamos ahora si es un nos vemos pronto, un hasta mañana, un a ver si coincidimos o un que te vaya bien en la vida... lo único que existe ahora es el adiós.