23 de diciembre de 2009

La emisión de CO2: Todo en exceso es perjudicial.

Hoy en día, el cambio climático está en boca de todos. Es un tema que preocupa a pocos pero en lo que todos estamos involucrados. Pero verdaderamente, ¿qué sabemos sobre este problema mundial? Creemos que se trata de un fenómeno que sucede simplemente por la acción de la humanidad ante la expulsión de dióxido de carbono hacia la atmósfera, y con ello el efecto invernadero. Extendiéndome, los rayos solares traspasan la atmósfera hasta incidir en la corteza terrestre transformándose entonces en calor, que emite nuestro planeta, y que es absorbida por los gases que se encuentran en la atmósfera. Esto es una acción que lleva a cabo la propia naturaleza, pero cuando los humanos nos entrometemos en ella es cuando se produce la catástrofe. Estos gases son los que hacen habitables la Tierra ya que si no fuesen por ellos, el planeta sería demasiado frío. La mayoría de las personas no son conscientes de que el cambio climático es un proceso natural por el que pasa nuestra Tierra. Estos cambios nunca han dejado de suceder a lo largo de la historia. Existen pruebas que demuestran que hace 100 millones de años, en la época de los dinosaurios la cantidad de CO2 era entre 4 y 8 veces superior y la temperatura media entre 10 y 15ºC mayor que con la que nos encontramos en el día de hoy. También existen pruebas de la última glaciación (hace 10.000 años) cuando la cantidad de CO2 era dos insignificantes tercios en comparación con la que existe actualmente con una temperatura de 9ºC. La Tierra está en constante cambio, pero ¿entonces qué es lo que tanto preocupa a los ecologistas? La rapidez con la que estos cambios se están produciendo. En menos de un siglo la cantidad de CO2 en la atmósfera ha aumentado un 25%, es decir, aumentará un grado cada 30 años, mientras que en la última glaciación la cual comenté anteriormente, la variación de un grado se producía cada 500 años. La increíble velocidad con la que lleva a cabo nuestro planeta el llamado cambio climático es preocupante, ya que los seres vivos no consiguen adaptarse al cambio al que se encuentran expuestos. La cantidad de CO2 que reside en la atmósfera, reteniendo más calor del debido, provoca que la temperatura del planeta ascienda a números excesivamente altos. El exceso de CO2 está afectando a los mares por el aumento de la acidez del agua, destruyendo arrecifes de corales y acabando con numerosas especies marinas. Debo comentar también que la expulsión de compuestos químicos afecta a la capa de ozono, la cual actúa como filtro de las radiaciones nocivas y permite la realización de la fotosíntesis en la Tierra, destruyendo moléculas de ozono necesarias para la vida en el planeta. Algunos científicos justifican este acto de la Tierra diciendo que siempre ha habido este tipo de fenómenos naturales: desde que se formó este planeta existen los tornados, las inundaciones por grandes lluvias y los vientos huracanados los cuales arrasaban con todo lo que se encontraba por su camino. Pero el hombre es quien está provocando que este efecto se adelante muchísimo más de lo que debiera, produciendo así un trastorno en su ciclo. La subida de temperatura que provoca el evaporamiento de más cantidad de agua de la debida, y con ello mayores precipitaciones; el aumento del nivel del mar debido al deshielo del Polo Norte por la subida de temperatura a causa del uso de compuestos químicos. Estamos acabando con la vida de muchísimas especies, tanto animales como vegetales, arrasando con paisajes de distintos puntos de la Tierra, e incluso dificultando aún más la vida de otras personas que ya viven en países donde la supervivencia es un gran enemigo al que se enfrentan cada día. ¿Es justo que la madre que nos dio la vida sufra por el simple hecho de obtener mayores comodidades aunque se base en aspirar hasta el último sorbo de ella? Cría cuervos, y te sacarán los ojos.

22 de diciembre de 2009

Más fuerte.

Todavía mis labios mantienen la sensación de cuando tu beso luchó hasta conseguir que perdiese el equilibrio y provocar que tuviese que dar un par de pasos hacia atrás para mantenerme en pie, una de las primeras muestras de tu cariño que consiguieron conquistarme. Son los segundos llamados eternidad los que me acompañan cuando tu ya no me coges de la mano. Sé que un día no podré resistirme y seré yo quien corra para darte el primer beso de la mañana. Pero ahora son 18 los pecados que me quedan por superar hasta que el destino me deje de nuevo abrazarte. El número de mañanas que sufriré al recordar que cuando te nombre no conseguiré obtener respuesta. Cuando por fin entiendo la palabra independencia apareces tu y me robas esa parte de mi corazón malherida recubriéndola de amor y sanando esos arañazos descontrolados que desde hacía mucho tiempo no dejaban de sangrar. Es la cantidad de veces que me sentiré celosa de todo lo que tocas con esas manos que añoro tanto como los mayores añoran la magia de la Navidad. Una tarde de primavera te cosieron para que fueses imperfectamente perfecto para mi, y a esto a lo que llaman vida se le ocurrió una noche como cualquier otra que desviásemos nuestras miradas a un punto en el que no esperábamos encontrarnos, pero así fue. Después de demasiado vivido en poco tiempo, pasos de los que equivocarse y acciones de las que arrepentirse, pude encontrar en tus ojos la paz que no encontré en ningunos otros. Y lo que más me encanta es que se ha vuelto una preciosa rutina de la que disfruto hasta el punto de ver la vida desde otra perspectiva...

9 de diciembre de 2009

Otra vez, pero diferente.

Horas y no me canso. Podría estar así una vida, pues me sentiría como el primer día y a la vez contradecirme al decir que tengo la impresión de llevar años así. Que tu piel me transmite esa tranquilidad que nadie consigue darme sin yo tener noción del paso del tiempo. Me miras, esbozas esa preciosa sonrisa que me hace tan feliz, y caigo de nuevo en tus besos. En ese instante es cuando todo comienza a darme igual. Todas mis preocupaciones y pánicos se desvanecen de mi mente cuando presiento que esa dulce mano se refleja en mi mejilla hasta que llegan las yemas de tus dedos ágiles a bailar suavemente por mi rostro, y ese es el momento en el que todo se vuelve más que perfecto. Cuando pienso en cada segundo que he perdido en este mundo lejos de ti no consigo controlar mi impotencia. Dejo descansar a la parte de mi ser que trabaja sin cesar creando la suficiente fuerza que necesito cada día para dejarme cuidar entre tus brazos y que seas tu quien me entregue esa energía con cada uno de tus gestos. Tus caricias me acosan, pero yo no me opongo a ellas ya que se han vuelto un vicio para mi. Mientras tu, poco a poco, me suministras mi dosis, yo no consigo escapar de aquellos ojos de los que huía incesantemente antes de conocerlos y que ahora me sumerjo en ellos con tanta curiosidad por averiguar qué es lo que provoca que me mires así. Es un sentimiento tan grande que no me cabe en la razón y tengo que llevarlo en el corazón. Una nueva sensación que tu inaugurastes, y a la que me aferro hasta quedarme dormida imaginando que me encuentro en tus brazos, donde terminando al fin en el sueño te veo de nuevo besando mis labios. Es que no puedo evitar fantasear con la siguiente vez que te vea. Aun así, mi mente no corre prisa en crear un mañana, porque la idea de verte de nuevo ocupa toda mi cabeza sin dejar sitio para nada más. Logras que mi boca habladora muestre todo su repertorio de composiciones que mantiene guardada bajo la lengua y siempre preguntas por más manifestando que tu mente sigue mi ritmo sin darse por vencido. Tu particularidad de hacerme sentir especial sin gran esfuerzo pero siempre proponiéndotelo consigue que quiera capturar cada palabra que me dices, pasearla por el laberinto que es mi cerebro hasta desgastarla y dejarla volar escapando lo más lejos posible del mundo real. Y no acabé, porque esto, francamente, es el comienzo de todo lo que me haces sentir y ser.