31 de julio de 2013

¿Quién eres?

¿Quién soy? 

No tengas prisa, no corras... Es cuestión de nadar. Mientras el viento y el infierno quemaba el ambiente, nuestros gestos felinos eran ligeramente disimulados, sin conocer lo esperado algún día. Sin saber que tan cerca pero tan oculto que no muestra indicios de tal energía, existía. Recorriendo el camino un gusto común nos sacudió en una tarde de arena y mar para que nos saliera orejas y rabo de gato. Bajo otra luz, a pie y a risas entendimos que no hay concepto que escrito esté y no pueda ser modificado. Y sin que se altere el vaivén del movimiento, la marea fue subiendo hasta comenzar a notar en nuestro pies el frío del agua salada del mar... Pero ni siquiera nos inmutamos. Con antojo de la compañía mano a mano confrontamos la fuerza de las olas y las horas contemplamos mientras pasan las vidas por delante de nosotras, sin entenderlas pero siempre sintiendo que esos dedos enlazados comprenden este camino aunque no llevemos mapa. 

Saca lo mejor de mi para que el jarrón tenga la perfección de tus huellas. ¿Y qué hicimos? Lanzarnos al mar. La mejor salida siempre ha sido la masa de agua interminable a la vida que saborea nuestra presencia mientras comenzamos a bracear por vivir aunque esto sea tan complicado, pero un dolor placentero. No dudes de mi si digo que aunque me sueltes la corriente nos derrama hacia el destino. Déjame que te diga lo bonito que es dejarse flotar y no ver más que las aves navegar por el aire salado que degustamos al respirar. Cumpliré la especial complejidad de la vida siempre que me lo pidas con la mirada y no me sueltes al abrazar...

Déjame seguir escuchando tus versos bajo la ahogada voz de las cervezas y el sol que marca nuestras horas vigiladas por él. Creemos esa maravilla de compenetración y elige cómo va a ser la siguiente risa por inteligencia absurda. Que la amarga vida coja nuestras preocupaciones y las disuelva bajo algas y piedras. No permitas que no te dejen disfrutar del gusto propio de hablar y elegir si das o recibes.

Y ahora puedo saltar al vacío y sin temor buscar esa mirada a lo lejos del vacío que desemboca en el espacio justo donde tratar de hacer estallar la levedad del ser y comenzar funcionando como ese nuevo término que sin duda el más acertado. ASI.

 



Unas piernas que respiran veneno de serpiente. Por el camino del viento voy soplando aguardiente...


Felicidades mi campeona.

6 de julio de 2013

El no.

Perdona si insisto. Perdona si sigo adelante. Perdona si mi consciencia es la que habla por mi engullendo la opinión de la razón y dando solo paso a la cordura. A la verdadera cordura. No me canso de repetir que la madurez me ha arrollado como una ráfaga de viento frío que indaga por todo mi cuerpo hasta despertar eso a lo que llaman 'instinto'. Pero yo simplemente lo llamo realidad.
El olvido del rencor es parte de la naturaleza de mi ser, pero desearía que también fuesen llevaderos la presión de la experiencia, los desvaríos de la impotencia, como el odio a la incertidumbre. Que se lo lleve todo, que lo comprima en la caja de los recuerdos, que cierre con todos los cerrojos del pasado y suspire como cuando observas una foto de la niñez. Sería más sencillo si la decisión la tomara la resignación, pues no deja espacio a mi estúpida esperanza y al deseo a los casos perdidos. Supongo que se debe a que me considero tal que así, estúpida y sin salida. 

Y como un quinceañero planeo el robo de tu apoyo embaucando con las dulces armas del corazón, pero inmune a mi entender cada día las cadenas del error aprietan más mis manos y mis pies. No me queda nada, no tengo nada que hacer. 

Trato de sentarme sobre el agrietado sentimiento de hervor, pero las pequeñas flores de papel no pueden guardarse sin que se estropeen. Es otra decisión. No estoy hecha para tomar decisiones sin ti. Y me da igual si esto es grande o es pequeño, pero quiero que sea un presente, un querido. La espera sin ser expectativa me titubea al pensar que tiene sentido o que verdaderamente es otra apariencia al ciclo de la superación por conformismo del que no quiere gran cosa. De lo que realmente deja de tener significado. 

Y aquí estamos: sin querer, queriéndonos. Pero al fin y al cabo haciéndolo.