22 de febrero de 2010

¿Qué es maravilloso?

Maravilloso es el sentir la presencia de aquella persona tan especial. Que al apretar su mano recibas una dulce caricia de sus dedos como respuesta. La extraña reacción que siente tu piel como una brisa de la felicidad al recordar los enormes regalos que son cada uno de sus pequeños besos. Que todo gesto es procedente del cariño teñido del color del aroma que perfuma su cuerpo. Es la añoranza cuando se da la vuelta mientras tú sigues el camino a casa.

Su significado es el pedirle a Dios que te entregue unos segundos de más para poder simplemente quedarte mirando su hermoso rostro. La mínima distancia que mantiene tu presencia de la suya mientras agradeces sentir su respiración cálida que desprende su nariz resbalando sobre tu piel. Maravilloso es cuando tus miles de versos se amontonan creando una fusión en la boca que no te deja decirle con claridad lo tantísimo que quisieras compartir con él. Es el defender ese sentimiento de especialidad que aprecias al trazar la idea de ser única en su persona.

Maravilloso es que tu corazón crezca cada vez que te mantiene entre sus brazos tan pasionalmente y tu cuerpo hace un esfuerzo para absorber ese instante y guardarlo en la caja de momentos de felicidad extrema.

Su definición es el temor a entregar demasiado de ti y la impotencia por la ignorancia de no saber hasta qué punto tus besos mantienen contacto con su alma. Son las dudas por las que pasa tu mente al preguntarte si llegarás a ser suficiente, y aún siéndolo el miedo a que por su estupidez despedace tu amor.

Es un adjetivo que se añade a toda palabra cuando esa persona fluye por tu mente.

Porque cada sentimiento a su lado, es maravilloso.

19 de febrero de 2010

Un papá genial.

Me encanta dar rienda suelta a mi mente y dejar que indague en la idea de un futuro. Últimamente suelo seguir la creación de situaciones de paternidad entre mis semejantes. Me es curioso imaginar como se comportarían los adolescentes que ahora mismo se encuentran bailando entre hormonas alocadas, sobre todo cuando se tratan de hombres. Y me resulta gracioso cuando estos pequeños y desconcertados proyectos de padres me explican cómo educarían y formarían a sus descendientes, procedentes de su sangre y creación del placentero amor de él y su cónyuge.Así, mis pequeños compañeros comparten conmigo la respuesta de "¿Qué harías si tu hijo sacase malas notas?"o alguna más picante como "¿Qué pasaría si descubrieses a tu hija de dieciséis años con un chico mayor manteniendo algún tipo de contacto físico?"Suelo intentar reproducirles una situación lo más específicamente posible para que ellos consigan fusionarse con el papel de padre jefe y así que por voluntad propia muestren que la palabra celos asoma los dedos por el quicio de la puerta siendo empujada por la de protección. Tras acabar con la charla personal que mantenemos, el adolescente descubre como iluminación divina una parte de él que ni siquiera conocía, sorprendiéndose a sí mismos y entendiendo en un mínimo sentido el comportamiento al que nosotros consideramos como injusto de los padres en su conjunto.

Y como una especie de regla sin excepción, siempre finalizan este acontecimiento añadiendo una simple frase que siempre ronda en la misma línea: "Pero para eso queda mucho..." así consiguiendo restarle importancia y que su mente se abstenga de seguir intentando responder a mis extrañas preguntas sin que manifieste el sentimiento de paternidad ni sin llegar a producir una de las reacciones que obtenemos de nuestros propios padres a las que somos reacios a aceptar. Pero amigos míos, chicos universitarios aspirantes a crear familias y seguir la existencia de la humanidad y la formación de nuevas sociedades con nuestros descendientes, ese futuro no está mucho más lejos de donde lo pintamos nosotros.