21 de marzo de 2009

Colgados como las películas...

Tras una fatídica semana de pensamientos catastróficos y comeduras de cabeza, dejé a un lado mis preocupaciones y la necesidad de buscar solución a mis arrepentimientos y le dejé paso al fin de semana.
Cuando venía con la mochila cargada de libros y daba su tradicional bienvenida a casa mi precioso gatito, recordé como en un flash que ya llegó mi esperado día, el viernes.
¡Ya es que ni me doy cuenta de lo rápido que pasa el tiempo! Me acuerdo del gracioso día que pasé con mis vecis para comprar el material escolar como si fuese ayer, y ya dentro de un abrir y cerrar de ojos me podrán sumar a la lista de universitarias de la familia.
Dentro de poco me veo como el señor del anuncio de Coca-cola, explicando que lo único que no me gustará de la vida es que es demasiado corta. ¡Si es que ya me está faltando tiempo! Y encima como una más del país de nunca jamás... sin querer crecer, pero madurando por culpa de la maldita experiencia.
Pero correremos un estúpido velo (en nombre de mi profesor Raúl) y dejaremos a parte las desgracias de la vida por unos segundos en la vida para escribir una bonita entrada.
No entro dentro de mí misma cuando resumo en mi cabeza todos los cambios y momentos que han hecho que me encuentre donde estoy ahora, cuando pienso en la sabiduría que se obtiene al sobrepasar malos momentos con paso firme y cuando ves lo hijo de puta que puede ser la gente del mundo (perdonen mi vocabulario soez). Pero aún así, sigues esbozando esa inocente sonrisa cada vez que me miras a los ojos que consigue que yo, la crítica mundial, adore este mundo.

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