6 de abril de 2009

La primavera ¡la sangre altera!

Sí, amigos míos lectores... está demostrado. Y no solo altera nuestro sistema creándonos esos molestos moquillos en la nariz que no nos dejan en paz, (usad un clinex ¡no la manga!) sino también altera ese órgano tan famoso y que a las niñas nos gusta hablar de él, el corazón. Dice la gente que necesita tener inspiración para escribir, eso es porque no sienten las miles de palabras adecuadas que puede usar para expresar lo que quieren redactar. Aunque nunca una palabra puede describir un sentimiento porque es tan pequeña una palabra y tan grande un sentimiento, que es imposible. Pero como dice Nietzsche, la palabras son metáforas que usamos como medio de lenguaje. Metáforas, la aplicación de una palabra o de una expresión con la intención de sugerir una comparación y facilitar su comprensión, y por ello siento impotencia porque nunca llegaré al sueño de cualquier escritor que ha existido en este mundo, al encuentro de la belleza completa de una poesía, un escrito o una canción, ya que nunca se llegará a ella por el hecho de que nuestro uso de ella solo son metáforas. Pero como no hay mal que por bien no venga, eso nos enseña que la perfección no existe, y que de su existir no sacaríamos nada, ya que sería el punto y final de su búsqueda, y así, el final del escribir. Puedo decirlo más fuerte, pero no más claro. La perfección es la mayor imperfección que existe, y por ello me alegro de ser imperfecta en un mundo de imperfección rodeada de imperfectos que me hacen feliz nunca llegando a la perfección.

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