


Como bien dijo en una ocasión Hirschberger, “el Estado de Hobbes viene a ser un hacinamiento de poder resultante del egoísmo colectivo”. Y no podría ser más profunda y clara la idea que transmite.
Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro.
Que la llaneza de nuestros cuerpos aparezca de la nada como el rocío se posa en las hojas de la vida cuando caen las frescas y castas noches de primavera. Que la palabra formalismo cruce la línea de negatividad y no exista como tal cuando luchamos porque no haya ningún milímetro que nos separe. Deseo que muera la incertidumbre de esta historia y que los trazos sean pintados con la máxima claridad que los colores de este mundo nos dejen imaginar.
Tu seguridad entusiasma a mi corazón para que lance la cordialidad por la ventana y viaje esperanzada hacia tu alma que íntimamente me deslumbra con la naturalidad con la que cuidas mis debilidades consiguiendo que se conviertan más formidables y recias.
Ámame, que no es poco. Haz que tu sencillez devore la eterna libertad de la vida, porque no soy libre sin ti y vivo presa de tus abrazos. Omitid cualquier ciclo vital y vayámonos a absorber la savia de la vida. Acabemos con el orden y soltemos nuestros cuerpos a la entrega franca transmitiéndonos con total sinceridad la fe de nuestros pensamientos. Ámame, pero sin miedo. Ámame, porque yo ya empiezo a hacerlo.
Su significado es el pedirle a Dios que te entregue unos segundos de más para poder simplemente quedarte mirando su hermoso rostro. La mínima distancia que mantiene tu presencia de la suya mientras agradeces sentir su respiración cálida que desprende su nariz resbalando sobre tu piel. Maravilloso es cuando tus miles de versos se amontonan creando una fusión en la boca que no te deja decirle con claridad lo tantísimo que quisieras compartir con él. Es el defender ese sentimiento de especialidad que aprecias al trazar la idea de ser única en su persona.
Maravilloso es que tu corazón crezca cada vez que te mantiene entre sus brazos tan pasionalmente y tu cuerpo hace un esfuerzo para absorber ese instante y guardarlo en la caja de momentos de felicidad extrema.
Su definición es el temor a entregar demasiado de ti y la impotencia por la ignorancia de no saber hasta qué punto tus besos mantienen contacto con su alma. Son las dudas por las que pasa tu mente al preguntarte si llegarás a ser suficiente, y aún siéndolo el miedo a que por su estupidez despedace tu amor.
Porque cada sentimiento a su lado, es maravilloso.
Y como una especie de regla sin excepción, siempre finalizan este acontecimiento añadiendo una simple frase que siempre ronda en la misma línea: "Pero para eso queda mucho..." así consiguiendo restarle importancia y que su mente se abstenga de seguir intentando responder a mis extrañas preguntas sin que manifieste el sentimiento de paternidad ni sin llegar a producir una de las reacciones que obtenemos de nuestros propios padres a las que somos reacios a aceptar. Pero amigos míos, chicos universitarios aspirantes a crear familias y seguir la existencia de la humanidad y la formación de nuevas sociedades con nuestros descendientes, ese futuro no está mucho más lejos de donde lo pintamos nosotros.