17 de enero de 2010

Tengo miedo.

Siento pánico y no es al pensar en asesinatos, en daños físicos ni en situaciones paranormales. Miro a mi alrededor y veo que todo lo que he querido, lo he conseguido: mis caprichos innecesarios se completaron uno a uno, y aún así tristemente exijo más a pesar de tener más de tenerlo todo. No es por halardear, mas solo demuestro así lo contrario: un conjunto de materiales escasos de sentimientos y utilidad, inservibles sin razón por las que existir y de un gran valor monetario que verdaderamente es absurdo. No observo una demostración de sus ansias de vivir, interés por conocer ni razones por las que existir. Tengo miedo a mirar de nuevo a mi alrededor y no ver un corazón rebosante que me indique el deseo de compartir la belleza del mundo conmigo. Tengo pavor a la soledad, a la ignorancia del vivir. Unas circunstancias marcan a una persona durante toda la vida: una familia rota, unas malas compañías, malos hábitos, momentos arduos, un lugar difícil donde vivir, o donde intentar sobrevivir... todo es decisivo. Mi pesadilla se crea cuando las circunstancias te dicen que tu corazón tiene que estar solo, frío y dolorido hasta que deje de palpitar.¿Y si es culpa mía? ¿Y si verdaderamente llego a ser el problema? ¿Y si me estoy convirtiendo en otra oveja del rebaño que su mente se alimenta del consumismo y en el sistema de robots competitivos con solo el motivo de luchar por una adquisición ganancial mayor? ¿Y si ello conlleva a que deje de crear la energía del querer vivir? ¿Todos nos sentimos así, o verdaderamente soy un cáncer producido por la sociedad? Se pudren mis ilusiones que me daban las ganas de batallar creándome una idea equivocada de mi, una imagen de la necesidad de aprender y de demostrarle al mundo el poder de la persona para fundar un bien, para un beneficio en el balance mundial. El gran enemigo que me persigue tras cada caída es la ignorancia, el pensar que el arquetipo de ser peculiar se desvanece conforme el mundo me demuestra lo verdaderamente débil que soy, el tiempo que he perdido y pierdo transformándome en una cifra baja dentro de una lista numérica.Pero si lo considero, es porque lo pongo en duda. Creo que lo que nos diferencia de los ignorantes es la necesidad de entender nuestra propia razón, el por qué sucede todo esto y la forma de crear un bien mejor a partir del avance y de la experiencia, sin caer con la misma piedra. Y lo que nos distingue de la sociedad-rebaño es que tras todo este pesar, seguimos en la búsqueda de un mayor bienestar común.

No hay comentarios: