9 de mayo de 2010

Sentimientos recios.

Inspiro para soplar suavemente sobre el aroma caliente de la timidez de un café matutino brindado a caer sobre tus labios. Observo como los principios se desgastan entre el viene y va con la picardía del agua salada de un grandioso mar que esconden profundos sentimientos. Corro con la intención de capturar la confianza en tus manos y desnudar tu ser consiguiendo que seduzcamos nuestra propia naturaleza como persona, como alma que cohibida por las pautas de una educación es encendida por la pasión de embellecer la colisión de las normas y demostrarnos que existe una perfección en el individuo que se forma cuando las propias imperfecciones de la vida son agitadas por el amor del existir del semejante.

Que la llaneza de nuestros cuerpos aparezca de la nada como el rocío se posa en las hojas de la vida cuando caen las frescas y castas noches de primavera. Que la palabra formalismo cruce la línea de negatividad y no exista como tal cuando luchamos porque no haya ningún milímetro que nos separe. Deseo que muera la incertidumbre de esta historia y que los trazos sean pintados con la máxima claridad que los colores de este mundo nos dejen imaginar.

Tu seguridad entusiasma a mi corazón para que lance la cordialidad por la ventana y viaje esperanzada hacia tu alma que íntimamente me deslumbra con la naturalidad con la que cuidas mis debilidades consiguiendo que se conviertan más formidables y recias.

Ámame, que no es poco. Haz que tu sencillez devore la eterna libertad de la vida, porque no soy libre sin ti y vivo presa de tus abrazos. Omitid cualquier ciclo vital y vayámonos a absorber la savia de la vida. Acabemos con el orden y soltemos nuestros cuerpos a la entrega franca transmitiéndonos con total sinceridad la fe de nuestros pensamientos. Ámame, pero sin miedo. Ámame, porque yo ya empiezo a hacerlo.

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