Que la llaneza de nuestros cuerpos aparezca de la nada como el rocío se posa en las hojas de la vida cuando caen las frescas y castas noches de primavera. Que la palabra formalismo cruce la línea de negatividad y no exista como tal cuando luchamos porque no haya ningún milímetro que nos separe. Deseo que muera la incertidumbre de esta historia y que los trazos sean pintados con la máxima claridad que los colores de este mundo nos dejen imaginar.
Tu seguridad entusiasma a mi corazón para que lance la cordialidad por la ventana y viaje esperanzada hacia tu alma que íntimamente me deslumbra con la naturalidad con la que cuidas mis debilidades consiguiendo que se conviertan más formidables y recias.
Ámame, que no es poco. Haz que tu sencillez devore la eterna libertad de la vida, porque no soy libre sin ti y vivo presa de tus abrazos. Omitid cualquier ciclo vital y vayámonos a absorber la savia de la vida. Acabemos con el orden y soltemos nuestros cuerpos a la entrega franca transmitiéndonos con total sinceridad la fe de nuestros pensamientos. Ámame, pero sin miedo. Ámame, porque yo ya empiezo a hacerlo.
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