El sufrimiento de no encontrarte en un lugar y la necesidad de escapar.
Sueño con la simple idea de volar libremente con mi potencial y el impulso de la independencia...
Pero esa ayuda sigue sin ser lo suficientemente fuerte como para poder huir de este infierno, no tengo el suficiente impulso necesario.
El mayor peso es el tiempo. Lento cuando más necesito que corra. Empujo las manecillas de los segundos con ansiedad, pero las condenadas pesan demasiado y mientras ellas ríen a carcajadas, mis lágrimas recorren mi mejilla desconsoladamente.
Mi manera de superar esta espera eterna se a transformado de dolor a impasibilidad. Sin sentimientos, no hay dolor. Sin sentimientos tampoco hay placer. Es el precio que acepto pagar para el pase a una vida mejor, o eso pensaba.
Pero no puedo... mi ser es un mar de sentimientos, una explosión de sentidos que necesitan flotar hacia la superficie y chillar a voz alta y clara lo que pienso, lo que necesito, lo que me duele...
Probablemente nadie me espera allí, en ese lugar con el que tanto sueño, pero necesito aspirar profundamente ese aire y sentirme por fin decisivamente, en casa.
Tras el movimiento de esas malditas agujas conocí razones por las que pensar que este lugar no está tan podrido como mi boca expresaba cuando mis ojos sufrían tras no poder más.
Con la facilidad que cambia mi inestable estado de ánimo solo reflexionando mientras mis dedos se deslizan por las teclas del saber. Mis ganas de luchar, levantarme y devolver el puñetazo con más fuerza vuelven a mi mente. Puede que el impulso que necesite no sea la independencia... sino el apoyo de quienes consiguen hacerme feliz.
Y por supuesto, el sentirme comprendida por los pequeños y despreocupados besitos que consiguen entender mi sueño, ya que es mutuo. Un dolor compartido, un sueño para dos.