13 de febrero de 2009

Y ya en uno menos...

Antes podía dibujar en mi mente mi futuro incierto, que cambiada en cuestión de segundos, pero mi cabeza segura de sí misma conseguía tener el ánimo de luchar contra lo que sea y esperar el tiempo que hiciese falta para llegar a ello.
Pero desde aquellos sucesos que han envenenado (pero no conseguido pudrir) a mi antes corazón activo, me han hecho ver la vida de un color más crudo, y ha conseguido que mi ingenua mente sea ya un poco más fría y calculadora.
No me arrepiento de ningún suceso, pero detesto la idea de volverme más seria, que no significa más madura ya que ese aspecto sigue intacto, aunque supongo que es un cambio que tarde o temprano les ocurre a todos, en mayor o menor medida, antes o después.
Ahora al pensar en mi mañana, escapándose de mis manos, en mi mente se forma una barrera en blanco que no me deja sobrepasar un poco más mi vista hacia mis deseos, ya que se cubre de una capa de dudas que no me dejan pisar con fuerza el suelo del camino en el que tengo que pasar como antes hacía con facilidad.
Como nos enseñó Ortega, todos tenemos una misión, un destino, pero nosotros tenemos que elegir o continuar el arduo camino para realizarlas o no hacer el esfuerzo de superarse a sí mismo. Pero mi pregunta es la siguiente: ¿Cuál es verdaderamente mi destino?
Puede que eso sea lo que me provoca este malestar... el hecho de ya haberme concienciado de que me va a faltar vida para ver todos aquellos países a los que decía querer ir, aquellos idiomas que decía de aprender y todas esas personas que pensaba ayudar. Puede que eso me haga dudar sobre qué escoger, porque no sé que camino me va a llevar a mi destino, ni cual elección va a ayudarme a cumplir el máximo de mis deseos. Bueno, conseguí encontrar al fín el problema... ahora toca buscar solución a ello.

No hay comentarios: