31 de enero de 2013

Respirar para compartir.

Desde que soy universitaria anualmente entrego meses de mi vida en estudiar e intentar comprender lo que importantes personajes de nuestra historia intentaron aportarnos sobre su pensamiento de la formación de los Estados. Dedico toda mi atención en comprender la justificación de sus razones para creer en ello. Todos comienzan diciendo que existía una época de desorden y anarquía social en el que vivíamos en guerra constante de unos contra otros, hasta que por un argumento u otro decidimos avanzar y comenzar a vivir en sociedad. A pesar de ello, trato de identificar situaciones de similitud para poder imaginarme cómo sería una vida como tal, solitaria supervivencia. Y sinceramente, sería la primera en caer...


No es dependencia, ni subordinación. Es bienestar. Es el placer de la convivencia placentera desde la compenetración de miradas y sonrisas en acontecimientos que hacen de mi vida la mayor felicidad. 

Cuando mi mañana comienza, no lo hace con buen pie, y es que tengo un problema: soy una marmota. Pero no es un problema tratándose de despertares tan graciosos con mis tres mosqueteras. Que no se te olvide que hoy somos uno más para comer y que hoy hay postre especial. Así cualquiera se despierta encantada...


En clase sigue la marcha, es que todo se vuelve divertido cuando siempre eres el último trasto al que hay que esperar a que recoja sus cosas, la bruta que se agobia con lo mínimo y que siempre se confunde con el horario. Aun así siempre está vuestro apoyo. Una madre con whatsapp aprende a mandarme fotos y ese día da por hecho que voy a tener que perder la paciencia con ella, aunque sabes que como el amor de una madre el de ninguno.


Vuelvo a casa, y a la glotona hay que vigilarla que coma despacio porque si no es que no mide. Sí, peor que una niña pequeña. Es época de exámenes y hay que apretar por donde sea, así que todas a tirar de alguna para estudiar y la primera que llegue guarde sitio. Os voy a deber la carrera... Y nuestro descanso es nuestra pasión, nuestro entrenamiento. Todos los problemas, desafíos y condenas se disuelven cuando me calzo las botas de taco y me pongo el sujetador deportivo. 
No existen leyes que memorizar, futuros que planear, kilos de los que preocuparse ni razones para pensar en la duda sobre si el comentario de aquella chica fue de forma ofensiva. La totalidad de la vida se desvanece en el momento que comenzamos en fila de tres a dar vueltas al campo. Solo conservo mi corazón ovalado en una mano que entrego a mi compañera para que ella lo pose en lugar seguro tras la línea. Y que ya no es mi compañera, es mi aliada, es mi propio ser transportado en otro cuerpo, es mi acompañante a la que apoyo mientras espero que ella caiga para proteger nuestro corazón y que otra de nuestras acompañantes lo recoja del suelo. Y si mi compañera no puede, placo por ella, corro por ella y limpio por ella... Porque ella es la misma que también lo hace por mi.



Lo único importante es entrenar nuestra compenetración, creer en las catorce pasionarias que luchan a tu lado por ganar ese corazón de cuatro gajos que compartimos amigas y enemigas. Ellas que me han visto llorar de la risa y de la impotencia, reír hasta que me dolían las agujetas del partido y que se han preocupado de mi dolor mientras intentaba disimularlo. Con unas veteranas que te hacen sentir orgullosas y especiales cuando te das cuenta de que tienes el honor de llevar ese número que ellas un día vestían. 



Desaparece el sueño, la torpeza, los despistes, la impaciencia, la ansiedad y el estrés. Solo existe la superación de uno mismo y el aprendizaje que te aportan los demás. Mi cuarto está empapelado de recortes de periódicos de mi equipo y recortes de revistas donde salen mis amigos que compartimos este delirio por las creencias de un deporte. Y del mismo modo que espero después del entrenamiento descansar, espero soñar con un poquito de grandeza: con un mejor pase, un placaje más fuerte o un Hand Off bien hecho. Así que se podría decir que mi argumento para comenzar a vivir en sociedad ha sido mi equipo, este deporte. 

El Rugby me ha regalado lo que la vida no ha sido capaz de entregarme...


2 comentarios:

ismael dijo...

<3

Unknown dijo...

Todos los cuentos son interezantes , vividos y simples .Cotidianos de lifi