22 de abril de 2011

Si no mueres por mi, muero.

Muy a mi pesar comienzo a perder el apetito y no sé en qué concentrarme. Pretendo desflorar esos pequeños fragmentos que siempre me hacen desprenderme de la oscuridad, pero ese negruno manto me absorbe consumiendo todo mi consuelo. Será culpa de la vida, o mía sin irnos más lejos, pero lo único que sé es que bajo tu mano mis sonrisas se pueden contar con una mano y se me acabaron los caminos que enseñarte para que comprendas lo que necesito. Mantengo mi dedo más rechoncho al alza aunque dudo si conservar la idea de la lucha o la de solo un simple prolongamiento de lo que ninguno de los dos quiere escuchar. Me desanimo tras no observar mi alegría, pero ¿depende de mi?
Y ya rozamos la locura atravesando por el túnel de la desesperación que se desvía por el amor desconsolado o la rabia por las dudas. Rabia que contamina mis venas y desprenden manchas imborrables con forma de cansancio, que mi piel no olvida y que tu divisas amargamente. Mis lágrimas se congelaron y no te volveré a llorar, pero consecuentemente no volveré si no corres el riesgo de llorar por mi. La sencillez de mi felicidad ha sido enterrada entre penas pesadas como rocas y cuanto más se mueven las agujas aumentan de tamaño hasta que se vuelvan inmunes a tus perdones. He perdido mucha saliva en intentos por acabar con tus males que ahora me atacan en pesadillas de soledad.
Lo necesito, y esta vez sin posibilidad de negación. Róbame el corazón y cómetelo a base de aventuras. Olvidemos nuestros paraguas y cantemos bajo la lluvia rodeados de desconocidos mientras que miran envidiados del tu y yo. Quiero que te quedes sin palabras por habérmelas nombrado todas hasta gastarlas, incluso las que nos inventamos los dos. Hagamos el amor con solo miradas, conozcamos partes de nosotros que jamás entregaremos a nadie y que siempre mantendremos en secreto. Quiero morir por tu pasión y que tu quieras morir por mi. Deseo hacerte entender que todos los celos, enfados, miedos, ataques, rencores, berrinches, malentendidos y gritos sin trasfondo es porque también soy egoísta y solo te quiero para mi. Alimento mis esperanzas siendo tu falta de sorpresas que como una montaña rusa entre altibajos luchan por conseguir estabilidad pero que sin tus esfuerzos no puedo mantener sola.
Y puede ser culpa mía, por pedirte de nuevo demasiado...

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